XIX Semana de la Igualdad

Las palabras que usamos son el camino que recorrerán aquellos que quieren entendernos, por eso es importante usarlas bien, tratar de escogerlas con cuidado para que quienes nos escuchan nos encuentren en el lugar donde los esperamos.

Por eso he vuelto a pensar en el nombre de lo que ahora celebramos, la Semana de la Igualdad. Y lo he hecho porque en realidad queremos celebrar lo contrario: la diversidad, la singularidad, la discrepancia, el derecho a no seguir el camino que otros han trazado, a no responder a las expectativas de los demás. Pero entonces, la pregunta surge inevitable, ¿a qué viene entonces este nombre? Tal vez haya que explicarlo.

Sucede que hay pocas cosas tan difíciles como ser uno mismo. Conocerse ya es complicado y a veces se convierte en una tarea no siempre agradable. Por eso nos pasamos el día anestesiándonos con música, vídeos, aplicaciones de consumo inmediato… Nada nos provoca más terror que quedarnos a solas con nosotros mismos.

Pero si llegamos a ese lugar donde somos, y decidimos sacarnos a pasear, mostrarnos al mundo, entonces aparece el miedo de los demás disfrazado de burla, de mensajes en las redes, de aislamiento, de “yo con esa no hago el trabajo” , de “yo ahí no me siento”, de “mira que pintas trae”, de “se creerá muy original”…

Ser una misma, ser uno mismo,  es difícil, pero que los demás te respeten y te acepten parece a veces imposible. Escoger a quien amar, cómo vivir, de qué disfrutar, parece que molesta a aquellos que quisieran un mundo en blanco y negro, de buenos y malos, de nosotros y ellos. Son esa gente que, si no saben a qué grupo perteneces, el cerebro les cortocircuita.

Lo suyo, ya lo hemos dicho, es miedo. Tal vez les gustaría mostrarse tal y como son, pero les asusta que alguien mirándoles a los ojos descubra  que son unos farsantes ¡Llevan tanto tiempo escondiéndose para parecer normales!

Por eso nuestra pelea, por eso reivindicamos que somos iguales. Porque no son nuestras capacidades, nuestras elecciones, nuestro sexo, nuestros gustos y deseos los que nos igualan, sino la conciencia de saber que todos tenemos derecho a escoger quién y qué queremos ser, cómo queremos vivir, a quien queremos abrazar y que ninguna elección es mejor que otra.

Es curioso que, en el reino de internet, cuando el mundo con su variedad se abre ante nosotros, tengamos que repetirlo. Tener los mismos gustos, reír los mismos chistes, vestir la misma ropa nos da seguridad y muchos likes. Pero nos olvidamos de una cosa: los uniformes nos hacen desaparecer, nos vuelven intercambiables. Aunque los hayamos escogido online.

Hay cosas que nos diferencian y que son  fruto de decisiones personales como mi ropa, o mis aficiones y otras que no elegimos: mi tamaño, mi cuerpo, mi discapacidad. Con unas y con otras vamos construyendo nuestro camino. Y esa es una tarea ardua, que nos llevará toda la vida. Llevarla a cabo en compañía de otros la hace más llevadera.

Pero recordad: no necesitamos vuestra aprobación, esto es lo que somos. Solo queremos vuestra compañía. Porque si camináis a nuestro lado y os acercáis mucho, tanto que sólo podamos  miramos a los ojos, finalmente os daréis cuenta de que todos somos iguales.

Alejandro Albaladejo del Castillo.

Cartel creado por Adial con la colaboración de Juan Manuel Valle y Paqui López Marchena.

También puedes escuchar el manifiesto en Radio Fuente Alta, grabado por Jorge González y leído por Jesús I. Mateo: